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"Mario Carvajal"

El mundo presente es un espacio sin duda aterrador, y me parece que este es un sentimiento o una percepción que compartimos todos los seres humanos mientras nos adentramos de lleno al siglo XXI, sus problemas, y la inevitable crisis sociopolítica que podemos atisbar a la distancia en la carretera, mientras aceleramos sin idea de que más podemos hacer.

Una de estas cosas que pasan de forma casi imperceptible sobre nuestras cabezas, camufladas en la cotidianidad, a pesar de su real novedad en la vida humana, es el mundo digital interconectado, y cómo este cambia drásticamente el tablero en el que vivimos, introduce nuevas reglas, cambia preexistentes, y sacude en toda generalidad lo que conocemos como “vida humana” y la reemplaza con algo casi totalmente nuevo y distinto. Lo cierto es que, en los últimos aproximadamente 20 años, la vida humana ha empezado a cambiar a una velocidad exponencial de modo que solo pensarlo genera un aturdimiento, puesto que el avance tecnológico ha acelerado la historia y nuestra percepción de esta a velocidades inimaginables. Este es un progreso que altera desde los nodos del poder y la realidad política, hasta la más íntima realidad social, y, consecuentemente (y de modo relevante para este escrito), la realidad individual en relación a los dolores de crecimiento del mundo en general.

Ahora la parte realmente aterradora; escribir sobre mi mismo y mi vida. Bú. Lamentablemente este escrito no puede incluir luces, semáforos, proyectores y tiburones porque como que tristemente sería opositor al punto. Inevitablemente se decorará de algún modo.

Sí por algún motivo lees esto, probablemente vienes de alguna de mis otras redes, y si vienes desde alguna de mis otras redes, una de las razones por las que probablemente me conozcas data devuelta a alrededor de 2012, en un vídeo que se viralizó de modo accidental el cual hice con unos 6 o 7 años titulado “La guerra de consolas”, donde mi yo de 7 años, muy molesto tras ver un vídeo loquendo donde se criticaba a Nintendo, decidió generar su propio “abordamiento del tema” con ese sentido de territorialidad animal que solo sientes de niño (o cuando te gusta mucho el fútbol, o cuando eres una de esas personas que stanea cosas.)

Para contextualizar; no se si sepan esto, pero en 2012, en latinoamérica, al menos en mi entorno, se usaban celulares con teclado y Facebook era algo totalmente desconocido, que la computadora jugara juegos flash era sorprendente, y no se sabía que eran individuos particulares quienes ponían el contenido en internet, por lo que un aparato que muestra vídeos y juegos de Super Mario parecía totalmente inofensivo. Sin embargo los conocimientos mayores de primos respecto a la tecnología me llevaron a ser capaz de tener mi propia cuenta en YouTube y toparme con vídeos Loquendo los cuales supe automáticamente que, 1: eran el total pináculo de la comedia, y 2: debería ver en secreto por su uso de groserías, esto en combinación con que mi madre trabajaba y mi abuela era físicamente incapaz de comprender el laptop me dieron lo que hoy en día es conocido en Twitter punto com cómo “acceso no supervisado a internet”.

Afortunadamente no me tope nada excesivamente inapropiado o traumático, más bien me tope con producciones de tono “edgy” de pubertos usando el Loquendo, y animaciones flash y sketches de angloparlantes los cuales no entendía pero veía de todas maneras. También veía junto a mis primos creadores nacionales cómo “Hola Soy Germán”, “Xodaaaa”, o “Vardoc”, entre otros. Para este punto a mi me parecía muy sorprendente que todas estas producciones fuesen hechas por individuos en computadoras como la mía, y cautivó mucho a mi mente de 7 años de edad. También la idea de una “alternativa” a una televisión más bien sanitizada se me hacía muy atractiva, el concepto de este contenido “desafiante” o “diferente” me traía una sensación de peligro o aventura que, según yo, uno suele buscar a esa edad mediante el juego puesto que la mundanidad se puede tornar monótona o aburrida a comparación de la ficción o las puestas en escena creativas en general.

Supongo también que tenía cierta inquietud con conocer la “realidad”, recuerdo que algo que siempre me llamó la atención de niño, inclusive una meta, era la idea de caminar solo por la calle y poder salir a ver lo que quisiera, o toparme algo en la calle. Quizá era porque la mayoría de programas en la televisión mostraban niños jugando en la calle, sin embargo había nacido un tanto tarde para vivir esa experiencia y lo más cercano era ir a jugar regularmente al parque, supervisado. Pero no era lo mismo; no era ese sentimiento de “libertad” que creo que buscaba.

Hay mucho que cuando eres un niño no puedes hacer ni ver, mientras estás siendo formado. Estás consciente de que existe una realidad que viven los demás, desde los adultos, hasta simplemente personas de otros países o contextos socio económicos, y a mi personalmente siempre me fascinó eso en particular. “Fascinar” quizá no es la palabra correcta, sino que me llamó profundamente la atención, había claramente un aspecto de fascinación y otro de terror inmiscuido en esto. Supongo que quizá tenía que ver con el hecho de que era por unos cuantos años, el primo más pequeño e hijo de la hermana menor de la familia, así que siempre tuve presente en lo que sucedía y veía, que los demás vivían de algún modo u otro diferentemente a mí y veían y hacían cosas que yo no podía. También por este aspecto de la presencia familiar de varias generaciones, rangos etarios, y contextos socioeconómicos desde abundantes hasta en carencias, es que siempre tuve presente de que había un mundo más allá de mí experiencia individual que me urgía experimentar ver y tocar. También mediante el círculo social de mi madre pude saber que había incluso gente más variopinta por ahí, de posiciones distintas, oficios, artistas, divergencias sexuales e ideológicas, nacionalidades diferentes, ETC. En puntos supongo que ser un niño y recibir tanta información distinta, a veces incongruente entre si, podía llegar a ser un tanto abrumador, pero esto era en pequeñas porciones separadas por largos periodos de mundanidad que se llegaban a sentir eternos. Y era un niño, nuevamente, por lo que no podía experimentarlo cuando quisiera.

Volviendo al contacto con este mundo en línea, yo sentía que realmente había encontrado algo nunca antes visto por nadie más de mi edad, no solo eran personas de otros países hablando con palabras y lenguajes desconocidos para mí, sino que era crudo. Era incorrecto, insultaban, eran hiperbólicos, denunciaban violentamente, criticaban y rechazaban. Era totalmente distinto a las convenciones que incluso en la diversidad existían en mi mundo infantil percibido. Protector y de portate bien, cómo niño uno no es capaz de comprender lo que es su propio bien mayor como individuo, así que uno se siente como si se lo estuviera tratando de modo condescendiente siempre. Creo que al menos esto era una sensación mayor en mí puesto que no habían muchos más niños en mi día a día, así que no podía empatizar con nadie al respecto y sentía que nadie empatizaba realmente conmigo al respecto, nadie más comprendía lo que era no tener acceso al mundo real y que este estuviese dirigido por gente tan diametralmente distinta, casi inentendible para uno, y tener este ímpetu infantil de tener tu propio mundo.

De niño era más bien introvertido y bien portado, no tenía muchos problemas para seguir órdenes, tímido realmente, pero recuerdo siempre sentir una especie de colisión entre impaciencia y nostalgia. Suena incluso tonto decir que experimentabas nostalgia a los 7 años pero la recuerdo cómo una emoción muy predominante en mi infancia, podría llegar a decir que mientras más envejezco me vuelvo menos nostalgico, es cómo que me hubiese cansado de esa sensación, pero ese es un inciso diferente. Siempre fue está combinación entre la imperial necesidad de tener control sobre mi propia vida, y el apego desmedido a los recuerdos, a los objetos, a la historia y a mi familia, supongo entonces que estas dos sensaciones o se neutralizaban entre sí, o se superponían y se volvían cíclicas.

Inventaba muchas historias con juguetes y dibujos, en retrospectiva puedo notar que todas estás tenían en común este sentido muy acentuado de temporalidad, en el cómo sentía una necesidad de “entrelazar” historias entre sí, mediante personajes que tenían hijos y generaciones que pasaban, y luego se recordaban. Que escribiendolo, parece un modo ultra pretencioso de analizar mi modalidad de juego con legos, pero les juro, nos dirigimos a un punto. Y segundamente el aspecto de la “cuarta pared”, me gustaban mucho las películas de “Toy Story” y esa idea de que los juguetes tenían vida y jurisdicción propia, por lo que muchas de las historias que inventaba contenían a los juguetes dándose cuenta de que eran controlados por mí y ejerciendo actos de “rebelión” en mi contra. Eventualmente todas estas parodias que estaba viendo fueron siendo replicadas en estas historias, ya que el concepto de un peluche de Mario diciendo “mierda” muy muy bajito para que no me escucharan me provocaba esa sensación de adrenalina que buscaba tanto tener.

Esta combinación entre impaciencia y nostalgia se manifestaba en lo que creo que definiría como una especie de “simultáneo resentimiento y amor por la narrativa”, por un lado sentía esta necesidad de irrumpir destruir y reformar lo que sentía que era como la “narrativa de mi vida”, una fijación en la contrariedad. Y por otro lado amaba tanto esta vida y las cosas que la rodeaban que sentía la necesidad de ligarlo todo mediante una especie de hilo conductor que tenía en mi mente que conectaba a mi vida, mi familia, mis espacios, y a mi mismo, con personajes ficticios e historias inventadas. Necesitaba que fuera “real”. Mi peluche favorito era un perro navideño que se llamaba “Vivo”, porque una vez mi abuela me dijo que no me encariñara mucho con él porque en realidad no estaba vivo, y yo dije “de hecho está tan vivo que se llama Vivo” lo que en mi mente de 7 años de edad me hizo sentir que había ganado la discusión.

Este mundo cibernético que me había topado era efectivamente todo lo que podía desear a esa edad, era totalmente contrario a mi mundanidad y probablemente esto estuvo correlacionado con esa fase que todos los niños pasan cuando Bob el constructor dice “¡Sí podemos!” y responden “No, no podemos.”, había visto un mundo vibrante y violento que se sentía más real que el real y del que yo me sentía parte, y la verdad; estaba desesperado por formar parte de él.

Sobretodo me llamaron mucho la atención estos vídeos loquendo que deformaban y se burlaban de cosas que yo veía en televisión de un modo que yo sentía estaba prohibido. Con malas palabras, con desprecio, y cómo estos usuarios eran anónimos, tenían la oportunidad de nombrarse a sí mismos, creaban seudónimos, y hablaban al vacío mientras se transformaban en personajes que terminaban siendo los portavoces de sus reales pensamientos más profundos, se ponían máscaras para desenmascararse, y para mi eso se sentía cómo el mayor acto de rebeldía.

En este punto quizá no entendía esto a un nivel consciente, pero siento que claramente esta fijación con las máscaras, la ficción y la actuación provienen de que mi madre es actriz, y supongo que de niño pasé bastante tiempo en teatros y castings, (de hecho estuve en varios comerciales), y supongo que esta “teatralidad” siempre se terminó filtrando a mi vida cotidiana y a mi modo de interactuar con el mundo. Sabía que en el escenario se estaba canalizando algo más grande que la vida misma y que de todos modos al otro día estaría en el supermercado. Había una ironía extraña en eso. También tenía consciencia de lo realmente complejo que era ser artista en un país como Chile, mi madre siempre tuvo una actitud bastante antidrogas y lo máximo que veía era alcohol, pero mientras crecí me dí cuenta de que en el plano actoral o artístico más grande está realmente plagado de drogas y escapes y el suicidio es bastante común, lo que de algún modo me dió una especie de orgullo respecto al modo en el que mi madre enfrentó tener una carrera realmente aterradora en el plano económico y social. Supongo que fuí viendo eso como un acto de resistencia o firmeza que intento imitar constantemente. El no ceder ante la lugubridad del mundo.

Amaba ver estos vídeos y constantemente intentaba descubrir cómo hacerlos yo mismo, hasta que un día encontré la manera. Es posible que no sepan esto, pero hace bastantes años YouTube tenía en la propia página una opción implementada para grabar desde tu webcam y subirlo al sitio, si han visto estos vídeos viejos titulados con fecha y hora en un formato muy específico, probablemente fueron hechos con esta función. Inmediatamente empecé a jugar con la función en la cuenta que había creado con mis primos, llamada “Supermarionintendero”. Yo sabía que los niños no podían subir vídeos a internet, y que esto no era precisamente un Loquendo dónde podría ocultar mi identidad. Así que llegué a la conclusión de que quizá lo que no podía hacer era crear la cuenta y ser dueño de esta, pero definitivamente podría heredarla de algún modo. Lo sé. Debí ser abogado. El punto es que decidí crear toda una trama que se alargaría por varios vídeos, donde diría que la cuenta es de mi papá, que yo me llamaba Luis, y que mi padre estaba en el hospital y yo estaba usando la cuenta, eventualmente en un tercer vídeo la misma noche comunicaría muy calmadamente que mi padre había fallecido y yo había heredado su cuenta y el legado de Supermarionintendero, exitosamente encontrando una laguna jurídica circumventando las normas de Youtube. En ese instante me sentí un genio, incluso si a la mitad de “mi primer bideo” me arrepentí y confesé que mi nombre en verdad era Benjamín. Continúe durante días subiendo vídeos que podían durar segundos donde decía cosas o imitaba lo que escuchaba de vídeos Loquendo, siendo probablemente la primera persona que pronunció “equisde” como exclamación. Un vídeo bailando la mazamorra, vídeos donde jugaba con un primo a que estaba en un noticiario, yo tocando la guitarra cantando canciones de hora de aventura, vídeos con peluches, ETC. ETC. Todo bien hasta ahí, hasta que perdí la contraseña y hasta día de hoy no la recuerdo.

Entonces hay un espacio breve de tiempo antes de que se me ocurriera intentarlo de nuevo. En este espacio descubrí una aplicación llamada “Cyberlink Youcam”, una aplicación de cámara para PC la cuál te permitía poner filtros, imágenes, escenarios, ETC. sobre tu cámara. Era cómo el equivalente de Snapchat 2013. Nuevamente utilice esto para crear vídeos con peluches y cosas del estilo, jugando con las distintas funciones que daba el programa, cómo filtros espejo que te permitian duplicarte, filtros de colores que creaban imágenes psicodélicas, entre otras características del programa. Aquí es cuando decido volver a intentar subir estos vídeos a Youtube imitando vídeos de opinión y teorías que yo veía respecto a cosas que me gustaban. Nombré el canal “Mario Carvajal”, puesto que, mi apellido es Carvajal, y era muy fan de Super Mario. Sorprendente, lo sé. Hasta el día de hoy recibo mensajes de personas que piensan que mi nombre realmente es Mario.

Estos vídeos consistían en mi, subido en una cama en altura en pijama, hablando a la cámara respecto a fuesen videojuegos o caricaturas, o inventando historias respecto a estas. En este instante llegamos al punto clave que mencioné cercano al inicio del escrito, la creación del vídeo “la guerra de consolas”.

En aquellos tiempos era muy popular el concepto de videorespuestas, lo que hoy supongo que se conocería como “beef virtual”, pero en vez de ser sobre prácticas ilegales eran vídeos loquendo que trataban sobre defender apasionadamente empresas multimillonarias, y cómo ya mencioné, supongo que estaba molesto porque había visto alguna especie de vídeo crítica a la Wii y decidí que debía hacer un vídeo al respecto, durante el vídeo repetía argumentos que había oído en otros vídeos titulados “La Guerra de Consolas”, normalmente vídeos con loquendo. En algún punto mi madre me decía que me tomara la leche del desayuno, a lo que contestaba gritando “¡Déjame que estoy grabando!”. Yo subí este vídeo sin pensar mucho al respecto, si no mal recuerdo, pensaba que Youtube cortaba los vídeos solo o algo por el estilo, repito, tenía 7 años.

Subí un par de vídeos más durante esa semana y luego me olvidé respecto al tema, continúo mi vida infantil como de costumbre. Hasta que a finales de año, durante año nuevo cuando estaba intentando colocar Youtube en la por aquel entonces nueva Wii U, que me di cuenta de que el vídeo se había viralizado. A mi entender, por azares del destino una página de Facebook llamada “El Gordo Friki”, aparentemente muy popular en el momento, había compartido el vídeo a modo de burla.

Me gustaría situarlos brevemente en lo que era el internet hispano de 2013. Esto era antes de LinkedIn, cuando tu vida personal y en línea estaban ligadas intrínsecamente, e íbamos un poco por detrás de los anglos en acceso a tecnologías, así que lo más común eran vídeos con voces sintéticas en total anonimato. Por lo que era, esencialmente, el lejano oeste en línea, donde todo se podía decir y hacer. Esta crudeza que a mí mismo me había cautivado rápidamente se tornó en mi contra. También recordar que las tendencias no eran tan pasajeras en aquel entonces, el Oppa Gangnam Style duró como un año completo, por lo que un vídeo de un niño gritando a su madre era realmente noticioso en aquel entonces y digno de abucheos, disgustos, y crítica. Apariciones en tops e incluso burlas de creadores que en ese tiempo yo mismo seguía.

Rápidamente supe que ser descubierto en mi entorno social y familiar significaria también, ser detenido. Y de todas las cosas que me podían pasar, esa era la que menos quería, sabía que tenía algo entre mis manos, algo que para mal o para bien, era mío y me pertenecía, y no iba a dejar que me lo quitaran aunque el mundo se me viniera encima. Esta nueva voz propia que había encontrado para mi por el azar era demasiado importante cómo para dejarla ir de cualquier modo. No podía soltar, por lo que mantuve un perfíl bajo y mantuve esto en secreto para mi mismo.

Definitivamente, tenía miedo y era una experiencia algo intensa para tener 8 años. Rápidamente me dí cuenta que esta máscara y anonimato presente en el mundo en línea tenía el aspecto liberador, pero también el deshumanizante. Era incluso sorprendente, con las máscaras puestas podía ver a una ola de personas, que sin dudarlo, elegirían patear a un niño en el suelo si no tiene consecuencias. Incluso por diversión, por la emoción de la persecución con algo. Resubidas de mis vídeos, parodias, críticas, grupos enteros tanto en Facebook como Google Plus, a veces con cientos de miembros, dedicados a ridiculizarme, mandarme una diversidad de amenazas de muerte, y photoshopear mi cara en cadáveres entre otros.

Era un laberinto de espejos donde me habían transformado en una especie de villano que apalear. Esto obviamente infundió miedo en mí, un miedo que no podía compartir con nadie, en retrospectiva, obviamente que cientos de extraños te digan “Te vamos a ir a matar cuando salgas del colegio” era una situación estresante para un niño. Incluso aquellos creadores que analizaban de un modo más empático lo hacían de un modo frío, llegando a la conclusión concisa de que debía retirarme. Irme. Esperar unos años más. Lo que a mí siempre me pareció innegociable. Nunca siquiera pensé en simplemente retirarme. Me parecía una perspectiva muy tonta, y la verdad hasta día de hoy me sigue pareciendo un modo muy lúgubre de mirar la situación. Yo sabía, y ellos sabían también supongo, que no estaba haciendo nada fundamentalmente malo. Estaba imitando lo que veía. Quizá hablaba con algunas malas palabras porque me parecía chistoso, pero no mucho más, y en respuesta era tratado como una especie de criminal infantil peligroso para la sociedad.

Me habían vuelto un personaje y asumían cosas respecto a mi, mi familia, y mi vida para llenar los vacíos en medio. Que si era un “malcriado”, que si mis padres eran negligentes, que si tenían que juntarse todos a tirarme de un volcán. Realmente era todo lo contrario, pero esta imagen inventada por adolescentes sebosos sin nada mejor que hacer me estaba devorando. Era un niño obediente y tímido, no hacía mucho más que vivir en mi mundo. Obviamente a veces estaba molesto o hacía berrinches, cómo cualquiera que tenga un niño de corta edad cerca, sabe que hacen. Lo que me sorprendía era realmente la cantidad absurda de personas cuya conclusión real era “pegenle”. Por mucho tiempo incluso concorde con eso y pensé que mis padres deberían haber hecho eso. ¿Perdón? ¿Cómo?, no, efectivamente, mis padres jamás me pusieron un dedo encima. Me enseñaron a discutir y resolver las cosas hablando y no como animales, y siento y confirmo que eso me ha llevado a ser una mejor persona a día de hoy, y lo agradezco mucho. Me parece sorprendente la cantidad de gente que tiene la opinión de que la violencia infantil es útil, debida, o necesaria. Me parece hasta insultante, que un tema tan ultra investigado, fundamentado, y demostrado como que golpear a un niño es realmente contraproducente y no tiene ningún beneficio, pueda ser algo discutido en el presente por gente de edad ya adulta. Y ahora puedo comprender que esta gente venía de fondos donde realmente la violencia era el lenguaje hablado, y consciente o inconscientemente necesitaban aplicar esto mismo a mi, ya que efectivamente puedes golpear a un niño para que pare un berrinche y no se queje más, no sin en el proceso crear a un adulto profundamente reprimido y animal, del tipo que opina de niños ajenos en internet. En ese momento no lo pude procesar a conciencia pero estaba lidiando realmente con los instintos más salvajes de una sociedad profundamente enferma, que produce escoria de ese tipo. Una vacuna contra el mundo.

Rápidamente estos grupos dejaron de ser sobre “Oh, le gritó a su mamá, démosle una lección de un modo totalmente enfermo” sino a “Deja de existir en nuestra proximidad”. La imperante necesidad social de devorar y regular que se lee como una especie de opresión colateral a un objetivo fácil, el objetivo más fácil de todos, un niño. Qué vibrante, y que violento mundo, que existe entre la abstracción humana y lo físico, que se puede manifestar en estas máquinas, como electricidad. Puede volver a las personas ídolos y puede volver a las personas ratones, y asegurarse de que se sientan como tal, pateando, pateando, y pateando hasta la deformación de la realidad. Hombres y roedores. Personas y personajes. Tomarán tu vida y te encerraran en un papel, si es divertido, si es entretenido, si es un show. Me encerraron en su espectáculo enfermo, cómo animal de feria a analizar fríamente, como animal en veterinario, sin la posibilidad de defenderme, y muy pocos dispuestos a darme un espacio de humanidad.

Continúe así por años, haciendo mis vídeos como de costumbre mientras crecía, vídeos que finalmente no cambiaron mucho en naturaleza, fuí haciendo sketches, animaciones con legos, vídeos de opinión, entre otras cosas que cautivaron a mi mente infantil. También hubieron buenas intenciones, pero los bien intencionados también venían con la idea de que lo correcto era que me fuera, y para mí, lo correcto realmente era que me dejasen en paz. Yo sabía que yo no era el agresor en esta situación y no estaba haciendo nada malo en realidad, y mientras ese fuese el caso, no pensaba dar mi brazo a torcer. No pensaba retroceder un centímetro, mientras nadie me convenciera de que realmente estaba haciendo algo dañino. En algún punto ya con alrededor de 10 u 11 años descubrí como hacer loquendos lo que me derivó a más acusaciones del estilo “mataste el Loquendo” o incluso del tipo “Has arruinado el país de Chile” las cuales en retrospectiva son títulos muy divertidos que tener y los imprimiría en diplomas.

Eventualmente llega el momento donde el propio YouTube cierra el canal “Mario Carvajal”, recientemente renombrado “Lomany Mau Mau” en alrededores de 2015, por lo que yo asumí que fue por mi uso de música con derechos de autor. En retrospectiva creo que esto fue una asunción que hice puesto la página en si no me daba respuestas ni explicaciones. Supongo entonces que probablemente fueron reportes en masa.

Pasó alrededor de una semana, y regresé bajo un nuevo nombre. Anuncié esto mediante mi Twitter, creando el canal llamado “Blinkaring”, (Ahora BlinkDos, ya vamos a eso). Este proceso fue acompañado por varías reacciones cómo vídeos “Hitler se entera de que Mario Carvajal regresó” y cosas por el estilo de la época. Recuerdo una parodia con walfas que utilizaba la canción “El no es del clan” de “El Rey León 2”. Durante este tiempo había conformado un grupo vía Google Hangouts en el que amisté con gente que me ayudó mucho a guiarme, y me recordó la diversidad que en un principio me había llamado tanto a internet. Esto me motivó bastante a continuar mis proyectos creativos, y también me defendían de todos estos grupos que buscaban doxxearme entre otras cosas. Esto según yo fue algo muy importante y valioso para mi. Me mostró que los humanos bajo el anonimato y la distancia podemos desatar nuestros peores deseos, tendencias, volvernos crueles. Pero también, siempre existe gente dispuesta a hacer el bien, sin recibir nada a cambio. Gente que si viera a un niño solo en la calle y se le diera la opción de patearlo por diversión sin ninguna consecuencia, tomaría de todos modos la decisión de ayudar al niño. Es tan fácil perderse en la crueldad que es exacerbada por los sistemas opresivos y competitivos en los que vivimos, esta desesperanza realista, pero yo sé que como seres humanos, no somos fundamentalmente así. No hay modo de que seamos fundamentalmente malvados. He visto crueldad y maldad sin sentido, pero también he visto bondad y altruismo sin sentido. Sin nada que ganar. Siento que ví algo increíble, y necesito que más gente pueda verlo.

Durante mi vida escolar en educación básica, pase bastante tiempo manteniendo mi secreto de modos muy absurdos, incluso cómicos en retrospectiva. Tengan en mente que un niño se ve diametralmente distinto de un año a otro, así que es totalmente plausible pensar que el mismo niño a los 7 años y a los 10 años sean personas distintas. Está fue mi excusa cuando fui confrontado al respecto por mis amigos. Sorprendentemente funcionó por un buen tiempo, hasta alrededor de sexto básico, donde supongo que los niños de octavo básico sumaron 2 + 2 y me pillaron, sorprendentemente esto no fue algo negativo realmente y jamás sufrí de bullying, si de persecución. Para ellos era máximo gracioso, no digno de colgarme, el cual fue realmente el mejor escenario para mi.

Lo que me llamó la atención de esto fue un intercambio que tuve con un profe jefe mientras esto sucedía, puesto que los de octavo lo habían puesto al tanto. Este me llamó a hablar fuera de la sala, y mientras salía recuerdo estar bastante angustiado, en un sentido de “cagué y es mi final”, cómo un criminal sentenciado a muerte. Mientras yo esperaba ser sermoneado, o confrontado, o sentenciado a no poder continuar haciendo lo que estaba haciendo. Nada de esto sucedió, sino que este me preguntó algo entre las líneas de “¿Eres famoso?”. Quedé totalmente sacado de lugar por la pregunta, y no supe responder. Definitivamente no esperaba esa reacción, fue alivianador en cierta forma, puesto entendí que para el mundo real adulto, los problemas que sucedieran en mi mundo virtual eran superfluos. Daban lo mismo. Era máximo, una curiosidad. Pero en su sonrisa bien intencionada me percaté de otra cosa; el no entendía realmente lo que sucedía conmigo, no por falta de voluntad, sino porque yo había nacido en un mundo totalmente diferente al del que él venía, existía una distancia abismal, que volvía mi mundo un tema totalmente imperceptible para el. Lo que sea que haya dentro de esa computadora, no es, realmente, real. Supongo que esta instancia me hizo sentir más que nada, solo. Creo que a pesar de mi tempestad a continuar, también esperaba ser rescatado de algún modo. Yo tampoco quise contar a nadie la real extensión de este acoso en línea y las cosas que tenía que hacer para ocultarlo, evitarlo, y de algún modo derrotar a estas personas invisibles que me duplicaban la edad. Esencialmente, cosas como con este grupo crear cuentas falsas con las que auto atacarme para que estos grupos privados de Google Plus donde se organizaban me permitieran entrar, y evitar la diversidad de métodos que intentaban usar para hackearme, o darles información falsa para evitar que dieran con mi familia real. En una de estas desventuras recuerdo que amisté con uno de los “líderes” de estos grupos. Se hacían llamar “Youtube Support(s)” porque el sujeto original era uno que se intentó hacer pasar por un funcionario de Youtube para engañarme y sacar mis datos. Eventualmente estos se multiplicaron en usuarios variados con el nombre “Youtube Support”, cómo “Youtube Support Diamante”, “Youtube Support Dios”, “Super Youtube Support”, entre otros, eran como pokemones, la verdad en ese entonces ya era un poco ridículo.

Eventualmente con una de estas cuentas falsas les provoqué un conflicto interno o algo así y termine confesando de modo realmente dramático que en realidad se trataba de mi. (Blinkaring ya en este punto.) y pude notar mediante sus mensajes, o al menos yo percibí que el sujeto se sentía traicionado. Ahí entendí, que probablemente estaba hablando con otro niño. Para este punto habré tenido 12 o 13 años y ya tenía más conciencia del mundo que me rodeaba y me pude percatar de que estaba presenciando a otro niño, jugando, fascinado con lo mismo que yo. Jugando a tratar de matarme y destruirme claro, pero jugando. Por un momento se sintió más inocente, ¿No era mi amigo? Ojalá espero y haya crecido para bien, yo sé que algunos de estos “supports” vienen a mi caja de comentarios hasta fecha presente. Realmente más allá del miedo constante, había un sentimiento de juego en esto. O al menos, de ese modo yo lo racionalizaba. De un modo u otro, esta gente se entendía entre sí. Incluso si su modo de entenderse entre sí, era odiarme a mí, ojalá los que eran realmente niños y no gente directamente enferma, hayan crecido para mejor. Quizá solo necesitaban un villano en sus vidas, algo que atacar. Algo para auto afirmarse, quizá buscaban lo mismo que yo buscaba.

Acercándonos al presente, obviamente todo este acoso en algún punto frenó, sea por cansancio, o que estas situaciones dejaron de ser aceptadas como un status quo en el internet moderno. Me gustaría pensar que tuve al menos un leve rol en aquello. Al menos me demuestra que las cosas si cambian, incluso si no se si para bien o mal. Logré continuar haciendo mis vídeos, y supongo que los disfrutan un par de personas, diría que es una comunidad bastante sana en realidad. Obviamente hago este escrito por algo, y es porque sigo siendo ese mismo niño de un modo u otro, y necesito decirles yo mismo quién soy yo antes de que lo haga algo o alguien más. Supongo que es eso. Ha sido una competencia de gritos desde el principio, desde el “¡Yo te diré quién soy yo!” al “¡Yo te diré quién eres tú!” al “¡Yo te diré quién soy yo!”, ha sido lo que he estado haciendo con esta máquina todos estos años.

Para aclarar ciertos aspectos: El canal original llamado Blinkaring que contuvo vídeos hasta cuando tenía alrededor de 16 años, fue renombrado a BlinkDos y sus vídeos fueron privatizados, los últimos resubidos a un nuevo canal. El actualmente conocido como “Blinkaring”, el motivo de este cambio fue que el canal original había acumulado una alta cantidad de seguidores fantasma, los cuales se habían suscrito en un principio para seguirle el rastro a Mario Carvajal. El hacer un canal nuevo me dió la oportunidad de empezar de 0 de cierto modo, en algún punto hice un vídeo sobre mi historia en el canal original de Blinkaring, el cual tuvo muchas visitas y me dió reconocimiento, pero rápidamente me dí cuenta de que eso no era lo que quería. Realmente lo último que quiero es ser una especie de personaje ficticio, de nuevo. Por eso coloco cierta distancia entre lo que soy yo y lo que produzco a día de hoy. Esta máquina no volverá a tragarme vivo. Por eso mientras aprecio mucho los comentarios de apoyo tipo “desarrollo de personaje”, o “redención”, siento que son parte de un problema. No me malentiendan, los comprendo y siento sus buenas intenciones, pero el “desarrollo de personaje” y la “redención” es algo que le pasa a personajes ficticios. No a gente real. Tampoco pienso que haya nada de que redimirse. ¿Redimirse de ser un infante? eso se llama pubertad.

También me animé a escribir esta entrada en el blog puesto que finalmente desaparecí el clip de la guerra de consolas de internet, tras tener que denunciar alrededor de más de 120 vídeos. Un par de ellos pude contactar con los creadores para bajarlos, incluidos el vídeo de S.E.F, al cual hace un par de años le había dado permiso para contar mi historia, y el vídeo de TheFredo1000, también conocido como el niño del rap de Minecraft, el cual tenía un vídeo de una vez donde nos peleamos públicamente, por no se cual era el motivo, donde el me daba el título del “rey de los niños rata”, título que también imprimiré en un diploma. Me alegra bastante que él en particular este bien, puesto que es realmente una de las únicas personas que vivió algo similar a lo que yo viví y sigue en las redes en el campo hispanohablante. Eso es algo que me perturba bastante. En aquella época, donde estaba de moda “cazar niños rata” cómo si fuesen animales salvajes, había varios más como yo. Nombres se me vienen a la mente como “Goku777”, “Alexito Rey”, entre otros. Espero en lo más profundo de mi alma que hayan sacado algo positivo de todo lo que pasaron. A lo largo del tiempo se me han acercado muchas personas a pedir disculpas, ojalá ellos hayan podido sentir el mismo sentido de retribución que yo sentí en estos instantes. Ellos no habían hecho nada malo.

El mundo se transformó, el espacio online se civilizó hasta cierto punto. Y este mundo vibrante y violento que ví se escondió con el atardecer, se fue, y al otro día, solo estaba el cielo y el sol, cómo si nada. Pero yo lo ví, lo toqué y me tocó, y no sé si le gané por cansancio, o porque se fue. Es agridulce. Mis colmillos estarán para siempre afilados ahora. Cómo esperando, para devorar algo que ya no existe, o algo que se ocultó bajo todas nuestras pieles. Es algo que pasó en un instante, un momento histórico demasiado específico, un momento de transición que dió lugar a la apertura de este mundo, donde estuvo toda la información, toda la violencia, toda la realidad, en las manos de la gente. Y me hirió, pero también me sanó, y es muy complejo de describir. La puerta al infinito se cerró, y solo existió en un momento, en un espacio, que después tuvo que ser sanitizado, pues era demasiado. Era demasiado. Es bueno, es malo, lo es todo en realidad. Es horrible pero es maravilloso. Fue todo lo real y finalmente es todo ficción. Es un espacio hermoso conquistado por corporaciones y sometido a sus intereses, también es el infierno regulando sus llamas. Identidad cómo una manifestación más grande que la vida de ti mismo, pero también identidad como tu sangre esparcida sobre la superficie de una máquina, tus entrañas quedando atascadas entre los engranajes que se mueven. Al final, solo queda un baldío repleto de escombros digitales. Memorias que quedan en mi mente y la de un par más, algo que se compartió entre gente que nunca se ha visto a la cara, restos de máscaras y juegos entre los desperdicios de algo que sucedió. Y mientras más se cubren con arena, yo sé que el mundo no merece saber que estuvo aquí. Lo que pasó y lo que ví. Descargué en mi disco duro mis videos más viejos de Supermarionintendero y denuncié la mayoría para que los bajaran, se quedan conmigo, son parte de mí. No son para el mundo, es hora de que vuelvan a mí. No quiero una vida desenmarañable vía Google, yo soy el único que debe contar mi historia. Beberé mi propia sangre desde los cables, los discos, y las pantallas. Yo sé que esa violencia sigue bajo la piel, bajo la tierra, y dios mío, qué daría por volver a mirarla a los ojos cómo un adulto, ver los rasgos en su cara, los síntomas de lo que sea que nos pasa, la enfermedad que nos aqueja a todos nosotros.

Mientras tanto la podemos condecorar, escribir y referirnos a ella. Puedo decir lo que quiera y teñirlo con la variedad irónica que quiera, pero en mi corazón, se que es en realidad, y de vez en cuando, siento que podemos estar mirando lo mismo, cuando salé de mí y es consumido, de algún modo pueda ser igual a lo que pensé. Puedo diseñarlo con hostilidad, pero en el fondo deseo la resolución de la interpretación. La verdad es que necesito llenar mi tiempo con algo. No soporto, soy físicamente incapaz, de solo vivir. Mi alma no necesita solo ser libre, necesita estar en fuga. Debo trabajar en eso si quiero sentarme. Que vibrante, y violenta realidad.

Willard!